Defensa denuncia ataque a un opositor de Putin
La causa contra el ciudadano ruso Konstantin Rudnev en Bariloche ha dado un giro explosivo. Lejos de ser un caso sobre una organización coercitiva, su defensa, encabezada por el abogado Carlos Broitman, la enmarca en una implacable persecución política con origen en el Kremlin. Broitman no solo califica el proceso como un “show mediático” y una “pesadilla”, sino que apunta a los antecedentes de su cliente como la verdadera razón de su encarcelamiento: ser un histórico opositor a Vladimir Putin.
El Estigma del Disidente: “11 años preso en Siberia”
El núcleo del argumento de la defensa es claro: a Rudnev se le juzga por su pasado, no por hechos. “Estuvo 11 años en contra de Putin, preso en Siberia“, recordó Broitman, señalando que este historial es la mancha que lo precede y que contamina la visión de la justicia. Para la defensa, este antecedente es la base sobre la cual se montó toda la acusación. “Por esos antecedentes ya pensaban que él tenía una secta”, afirmó el letrado, sugiriendo que la narrativa de la “secta peligrosa” es un estigma conveniente para desacreditar a una figura incómoda para el gobierno ruso.
Libertad de Culto Bajo Sospecha
La defensa denuncia que se está vulnerando un derecho constitucional básico: la libertad de culto. Broitman cuestiona con vehemencia la caracterización de las actividades de su cliente y su grupo. “¿Qué es esto? ¿Qué me traigan a alguien que haya sido vulnerado o llevado a engaño?”, desafió, argumentando que no existe ni una sola persona que se presente como víctima de un engaño.
Para el abogado, las donaciones recibidas por la comunidad de Rudnev no son diferentes al diezmo de los evangelistas o a las ofrendas a la Iglesia Católica. Al trazar este paralelismo, busca exponer lo que considera un doble estándar motivado por el prejuicio y la discriminación religiosa, herramientas utilizadas, según él, para dar apariencia de legalidad a la persecución política.

Un “Show” Basado en la Nada: La Víctima que no es Víctima
Toda la estructura acusatoria, descrita por Broitman como un “escandalete”, se derrumba ante un hecho contundente: la mujer que supuestamente originó el caso por secuestro niega ser una víctima. “La presunta víctima ya en la cámara Gesell contestó que ella no era víctima de ninguna organización”, aseguró el abogado.
Según su relato, la historia real es la de una mujer que huía de la violencia de género en Rusia, y cuya llegada a un hospital de Bariloche, marcada por barreras idiomáticas y culturales, fue malinterpretada por una enfermera. Esa sospecha infundada fue, para Broitman, la chispa que la fiscalía utilizó para encender un incendio mediático, a pesar de que las pericias telefónicas “dieron todas negativas” y se apoyaron en “traducciones erróneas con Google”.
“Quiero un Juicio Mañana Mismo”
La impaciencia y la convicción de la defensa son totales. “Quiero un juicio mañana. Lo quiero ahora“, repitió Broitman con vehemencia. Esta exigencia no es solo una estrategia legal, sino un desafío abierto a una acusación que considera “vacía” y sostenida por “tareas de inteligencia ilegales”. El abogado está convencido de que en un debate oral y público podrá “destruir la prueba, porque no hay elemento alguno”.
Mientras tanto, la defensa advierte sobre el frágil estado de salud de Rudnev, alertando que “si sigue en esas condiciones, puede terminar sin vida en el lugar”, y solicita su liberación inmediata o prisión domiciliaria. Así, el caso se debate entre las graves acusaciones mediáticas y una defensa que clama que, detrás de todo, se esconde la sombra de una persecución política contra un enemigo del poder ruso.