El viaje de Máximo: De Argentina a la caza de sus raíces en Italia y Bélgica
Para Máximo Miccinilli, el sentimiento de soledad había sido su eterno compañero desde que tenía memoria. Todo cambió en 1994 cuando su abuelo Paolino murió en Roma. Tenía solo 13 años entonces, y este evento marcó un hito en su vida. La muerte repentina de su abuelo puso en marcha su misión de descubrir y restaurar su historia como hijo de inmigrante. Nacido y criado en las calles de Quilmes, Argentina, por un padre italiano y una madre argentina de ascendencia italiana, este evento empujó a Máximo a emprender un viaje de autodescubrimiento.
“Tengo que ir”, declaró Máximo, apenas iniciando la escuela secundaria. Sus padres, sin embargo, no estaban convencidos. Negociaron que podría volar a Italia una vez que terminara la universidad en Argentina. Máximo tomó ese trato muy en serio, atravesando largos y difíciles años de estudio, hasta que finalmente defendió su tesis una década más tarde.
Renaciendo en Roma y lidiando con la soledad en Bélgica
Con 23 años, Máximo hizo sus maletas y cruzó el océano hacia el viejo continente para reconstruir sus raíces y buscar respuestas. En su despedida, muchos esperaban un rápido regreso, mientras que otros lo alentaban o criticaban. Sus padres, por otro lado, atravesaron la experiencia con profundo dolor y tristeza.
En Roma, Máximo redescubrió a sus tíos y tuvo la fortuna de acercarse a su tía abuela, Renata. A pesar de la soledad que sentía, se encontró conectando con sus raíces de una forma profunda, como si estuviera volviendo a conectar con sus abuelos a través de su ciudad y sus costumbres.
Durante los siguientes dos años, Máximo se dejó abrazar por las costumbres romanas, pero la soledad siempre lo rodeaba. Finalmente, logró un puesto como asesor para el Ministerio de Asuntos Europeos, lo que le permitió trasladarse a Bélgica.
La vida en Bélgica: Una mezcla de desafíos y oportunidades
En Bélgica, el cambio de clima y la constante lluvia fueron los primeros desafíos que Máximo tuvo que enfrentar. Sin embargo, el verdadero golpe vino cuando intentó hablar francés con el conductor del autobús que lo llevaba al campus y fue interrumpido con un cortante “Sólo flamenco”.
La vida en Bélgica se caracterizó por su orden, estructura y exigencia, pero también por su gran chocolate. Como estudiante, Máximo se dio cuenta de que su única opción era estudiar en su pequeña habitación de 10 metros cuadrados. Pero a pesar de todo, Máximo logró ingresar al prestigioso College of Europe en Brujas.
Viviendo la vida de expatriado en Bruselas
En Bruselas, Máximo se sintió menos solo. Encontró amigos que se sentían tan solos como él y que también eran expatriados en una ciudad donde la política y la competición eran omnipresentes. Bruselas resultó ser una ciudad pequeña y manejable, pero sólo para aquellos dispuestos a trabajar duro. La diversidad cultural era la norma, y había una gran calidad de vida a pesar de la competencia constante.
Bruselas también le ofreció a Máximo la oportunidad de explorar su identidad argentina e italiana, y de crear su propio camino multicultural, enriqueciendo su vida con la bienvenida a su hijo y el amor de su esposa.
Reflexiones finales: Entre Argentina, Italia y Bélgica
Máximo ha hecho las paces con su soledad y ha aprendido mucho en su viaje. A pesar de los desafíos y dificultades, ha aprendido a valorar la diversidad, a perder el miedo al fracaso y a encontrar un equilibrio entre su herencia italiana y su vida en Bélgica. Ahora, con 42 años, Máximo reflexiona sobre su vida y celebra su multiculturalidad, manteniendo siempre una parte de su ser argentino.
Mientras tanto, sus regresos a Argentina son una mezcla de emociones, con cada visita revelando nuevas capas de su historia y percepción de su país natal. A través de su novela “Espiral”, Máximo ha canalizado sus experiencias y emociones, añadiendo su voz a la rica tapezca de relatos de expatriados alrededor del mundo.
Como un ciudadano del mundo, Máximo ha aprendido que la diversidad es un gran valor pero que también debe ser manejada de la mejor forma posible. Y sobre todo, ha aprendido que no importa de dónde vengas, sino quién decides ser.