Seguridad en Rosario: un desafío en constante evolución
Los recursos de seguridad en la autopista que une Buenos Aires con Rosario eran evidentes: tres autobuses, cuatro furgonetas, cuatro camionetas, siete patrullas y un autobús, todos con el logotipo de la Gendarmería. Sin embargo, estos recursos no entraron a la ciudad de Rosario, que sigue lidiando con la violencia. En su lugar, esperaban la llegada de la ministra de seguridad, Patricia Bullrich.
Este suceso, aunque anecdótico, ilustra las complejidades de la política y la realidad en la gestión de la seguridad en Rosario. El 7 de marzo de 2023, el presidente Alberto Fernández anunció un megaoperativo federal -el octavo en diez años- en el que participaría el Ejército argentino. El objetivo: abordar la creciente crisis de seguridad en Rosario, que enfrenta un aumento en el tráfico de drogas y la violencia del crimen organizado.
Políticas de seguridad: iniciativas pasadas y presentes
Una de las estrategias que se han llevado a cabo para combatir la violencia en Rosario ha sido el despliegue del vehículo táctico Spartan de la Gendarmería en las áreas más conflictivas de la ciudad, una medida que se implementó por primera vez en 2017. También se ha anunciado la creación de un “Comité de Crisis” para abordar el problema tras los asesinatos de dos taxistas, un conductor de trolebuses y un empleado de una estación de servicio.
Además, las autoridades ofrecieron una recompensa de 10 millones de pesos a quien pueda proporcionar información sobre el asesino del empleado de la gasolinera. Sin embargo, se sabe que los narcotraficantes están dispuestos a pagar sumas mayores en dólares a funcionarios corruptos de la política, la justicia, la policía y el sistema penitenciario de Santa Fe, de acuerdo con diversas investigaciones realizadas en Rosario en los últimos años.
Desafíos y soluciones en la lucha contra el crimen organizado
El despliegue de gendarmes, prefectos y policías federales es un componente fundamental en la lucha contra el crimen en Rosario, pero los expertos coinciden en que la cantidad de efectivos no es tan relevante como su calidad. Se necesita personal calificado con habilidades en inteligencia, comunicaciones y ciencias forenses que puedan dedicar tiempo completo a entender cómo operan los grupos criminales, interceptar sus comunicaciones y avanzar hacia los miembros de rango medio y superior que transmiten y dan las órdenes.
Por otro lado, la promesa de enviar un número determinado de efectivos a Rosario plantea otros problemas. Si se despliegan gendarmes o prefectos a Rosario, se debilitan otras áreas problemáticas en distintos puntos del país. Este dilema recuerda a la metáfora de la manta corta: si se cubre una parte, otra queda descubierta.
Es necesario recordar que el despliegue de efectivos es solo una parte de la solución. Como señaló un comandante general retirado de la Gendarmería, “Basta con que alguien envíe a un chico con un revólver viejo y dos balas para crear el caos”. Evitar que ese joven cause un desastre es importante, pero igual o más importante es identificar y detener a la persona que le dio la orden.